lunes, 22 de septiembre de 2014

Día 19: Último día

El día comenzaba nuevamente a las 8:00, todo el mundo meditaba y yo disfrutaba de mi soledad desayunándo una naranja, quedaban dos más y algunas manzanas. Cuando bajaron de su tiempo de meditación Sarah se preparó un poco del potaje ese de pipas y arroz, lo mezcló con una manzana y se lo comió sin más. Mientras disfrutábamos de unos minutos de libertad, apareció Shivan con su perro, es un animalito muy majo, está mayor y le cuesta andar, pero se nota que es feliz y encima esta gordo, así que seguro que come mejor que nosotros.

La tarea se repartió cuando Glenda hizo su aparición, es como el sargento de la chaqueta metálica, Shivan parece muy disperso y le encanta hablar. A mi me toco barnizar toda una pared, lo más gracioso es que la cubría un gigantesco arbusto, con lo que no era tarea sencilla. A las 12:00 tuve que tomarme un descanso para preparar la comida.

Querían que les hiciera tortilla de patatas con all i oli, obviamente no pude decir que no. Cuando llegue a la cocina tenía todo preparado encima de la mesa, excepto el recipiente donde mezclar el all i oli, algo que tuve que improvisar, luego os digo con que. La comida la preparé yo solo, así que mientras pelaba patas freía unas otras y viceversa. Tardé como una hora y medía en prepararlo todo, pero la sartén era buena y no tuve problemas. Lo más interesante fue cuando tuve que hacer el all i oli, con una jarra de cerveza en lugar de recipiente puse cuatro ajos, la sal, el huevo y el aceite y listo para la turbomix. No quedó muy picante y su color era mas bien clarito, los ajos no funcionaron y eso que eché cuatro.

Cuando acabe con la comida era la hora de meditar, por fin recibía una invitación directa de Glenda que me explicó como hacerlo. Normalmente me enteraba siempre cuando estaban en plena faena, es difícil seguir una rutina cuando todos desaparecen sin decir nada, además duermen juntas (solo las tres chicas), pues es más complicado entrar en su circulo de actividades.

La meditación fue bien, interesante, algo diferente digno de experimentes. No utilizamos incienso ni música, solo silencio y unos cojines.

Al terminar la meditación, bajamos a disfrutar de la comida, todos menos Glenda que después de sacar una ensalada de verduras (otra vez) se dio cuenta de lo tarde que era y tuvo que salir corriendo a buscar a su hijo. Cuando volvió aun le quedaban 4 trozos de tortilla, sugerí dejarle uno a Shivan pero se negó, no se porque.

Durante su comida nos dijo que mañana no podría llevarnos con el coche a la estación de Galway, nuevamente esa hospitalidad que tanto echo en falta. Cuando terminamos las tortillas y nuestros respectivos tés, volvimos manos a la obra. Yo acabé el primero con mis labores, así que decidí escaquearme un buen rato haciendo que limpiaba la cocina, después fui en ayuda de las chicas.

Únicamente pulí ventanas durante un rato para que Sarah pudiera pintar, fue una jornada laboral larga de cojones, acabamos pasadas las 7. Poco antes de acabar nos llovió, no mucho, solo chispeaba, pero en 20 días es la primera vez que veía llover en Irlanda. Alguien me dijo alguna vez que solo hay una manera de conocer Irlanda y es cumpliendo tres objetivos, hablando con un irlandés, disfrutar de la lluvia y beber una Guinness y un café Irlandés. Bien ya las tenía todas, y podía volverme.

Para cenar, Glenda nos preparó un poco de cuscús, reconozco que estaba bueno pero prefería la cena de su hijo. El comió delante de las narices todos una hamburguesa. Una vez más veo el postureo de algunas personas, en este caso vegetarianos que cocinan carne para sus hijos, si es tan bueno comer verduras dáselas también a tu hijo y no solo a nosotros…Mi envidia no tenía limites en ese momento, al menos el cuscús estaba bueno.

Durante la cena, Glenda tuvo el detalle de enseñarnos la generosidad Irlandesa, compartió con nosotros dos botellas de vino y se ofreció a llevarnos a la estación, parecía que el viaje, al menos, acabaría bien.

La cena fue larga y la verdad yo estaba cansado, supongo que tanto meditar me había agotado, no creo que el hecho de pintar tuviera nada que ver.

Antes de irme a la cama apareció el hijo de Shivan, creo que es el hijo, el mismo que hizo las creps o que nos trajo la tele para ver aquella peli, el mismo que nos fue a buscar a la carretera, definitivamente es buen chaval. Quería ver otra peli con nosotros, pero tenía visita, unos invitados que se llevarían dos gatitos.

Cuando consiguió traer la tele y la visita se fue yo decidí irme a dormir, estaba hecho polvo y mañana me esperaba un largo viaje a Barcelona, la vuelta a casa con Wi-Fi ilimitado.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Día 18: La casa amarilla y el cuenta cuentos

La comida comienza a escasear, esa mañana no teníamos más que unas pocas naranjas y alguna manzana, el más valiente se comió el desayuno de puré de pipas o arroz de hace dos días, los rollitos de verdura eran intocables después de tres días. De ocho a nueve, deambulaba por la casa en busca de algo que llevarme a la boca mientras los demás meditaban, ya se porque lo hacen, para ahorrarse tener que cazar por las mañanas, puede no estar bien visto comer gato, aunque tengan 20.

En cuanto todos comenzaron a activarse repartieron las tareas del día, para todos era pintar, aunque diferentes cosas y de diferentes maneras, por ejemplo, las chicas tenían que pintar cómodamente los marcos de las ventanas arras del suelo, tarea aparentemente sencilla. A mi me toco pintar una fachada de unos cuantos metros de alturas, en lo más alto de una escalera.

La primera hora las pasé con Glenda y Shivan escogiendo la escalera más estable por el bien de mi seguridad, después buscando un color amarillo y unas brochas adecuadas para comenzar con mi labor. En este párrafo quiero comentar un par de cosas, no se realmente quien o que es Shivan, solo se que ese no es su nombre (creo que se llama Peter o algo así) y que tiene poder en la casa. El otro detalle que no pasa desapercibido es, ¿por qué? quieren pintar la casa de amarillo. Todo esto solo lo puede resumir bien una frase, lógica irlandesa.

Durante toda la mañana hasta la hora de comer, pinté la primera planta de la fachada, no fue fácil porqué está alta y con lo difícil que es mover esa maldita escalera yo solo, en fin. Mi jornada laboral debía posponerse al medio día para comer, otra vez verduras. Mi estomago esta siendo severamente castigado.

Después de remolonear durante un rato largo, apareció Shivan el que con ayuda de Glenda nos levantó del sofá y volvimos a pintar. A penas me quedaba pintura para toda una planta encima era la parte más difícil. Acabé mi trabajo como una hora más tarde que los demás y porque no me quedaba más pintura. Mientras recogía pude ver a los otros comer en la casa colindante. No era el único que pasaba hambre. En cuanto pude me acerque para mendigar algo de arroz con habas, su sabor no era lo mejor pero al menos llenaba el estomago después de una larga jornada laboral y no olvidéis lo que dije una vez, si puedes comer, hazlo y en gran cantidad nunca sabes cuando te quedaras sin cenar o comer.

La cena se sirvió puntualmente a las 8, obviamente más verdura. Antes de acabar hablamos un poco del referéndum de Escocia (era el dia D), cuando llegó Shivan vimos una entrevista de Cameron hablando sobre el tema, por desgracia no sabríamos nada de los resultados hasta las 11 de la noche y aquí el wi-fi se apaga a las 21:00 así que hasta el día siguiente nada. Pero hoy todos sabemos que pasó.

Antes de ir a dormir Shivan decidió contarnos una historia. Con esto descubrimos una nueva faceta de él, por lo visto además de hippy y carpintero es cuenta cuentos. La historia, no se muy bien de que iba, solo se que había una rana que concedía deseos y eso encantó a las chicas que quedaron muy impresionadas. Cuando finalizó su interesante cuento nos contó sus hazañas alrededor del mundo, por lo visto también vivió una época de viajero con su camión, carretera y manta. Algo que volvió a cautivar a las chicas, sabe como ganarse a su público. He escuchado que a los irlandeses les encanta contar historias, cierto.

Después de una larga y tranquila conversación Shivan se fue. Las chicas se quedaron hablando de lo fantástico que es y lo increíble que sería volver otro año a Irlanda a ese mismo sitio. Yo decidí irme al baño, las verduras tenían prisa, y antes de dormir es ideal visitar al señor roca.

Día 17: "visita" a Galway

El día de hoy tenía un solo objetivo, visitar Galway, la última ciudad, para mí, mas importante de la república de Irlanda que me quedad por ver. A las 10:30 bajamos dirección al bus, las chicas de Alemania, la americana y yo. La parada estaba en medio de la carretera y no había nada que señalizara, pero sabíamos que era ahí porque Glenda nos lo había dicho.

Después de mucho esperar el bus no aparecía, en teoría debía llegar a las 10:50 pero seguramente iba con retraso, así que Sarah y Anna decidieron ir a hacer auto stop. Tanto yo como la americana decidimos que no era una buena idea y esperamos al bus que no tardó mucho más en llegar. Mientras esperábamos podíamos ver a las dos chicas alejarse con el pulgar alzado.

Una vez en Galway, y después de disfrutar del Wi-fi del autocar, funciona mejor que en todas las casas que he estado, llegamos a Galway. Allí nos esperaban las dos chicas de procedencia germana, por lo visto habían disfrutado de una gran experiencia.

Nuestra primera parada fue el punto de información turístico, nos informaron de que ver, como verlo y que hacer. Por lo visto fuentes de primer nivel me han dicho que Galway es una de las ciudades más bonitas de Irlanda. Cuando salimos de allí andamos un poco y llegamos a la calle principal, nuestra primera para fue una tienda de libros. En un principio no le di importancia.

En esta visita que alimentaba nuestro intelecto, Sarah y Anna deambulaban por la librería sin rumbo, al igual que la americana. En ocasiones se detenían en u punto y ojeaban algún libro, cuando llevábamos una hora comenzaba a estar bastante cansado, tenía ganas de echar fotos y ver la ciudad, fue entonces cuando se decidieron a salir, no sin antes preguntarle a una mujer como ir a un punto que querían visitar, en breves os lo cuento, así le damos un poco de misterio a la historia.

Saliendo de la librería caminamos calle abajo entre la multitud tiendas de cosas brillantes y bonitas a izquierda y derecha, como no una de estas llamo la atención de Sarah que muy persuasiva dijo: -ey quiero ver que hay aquí para saber si es más barato que en Alemania-. Bien estuvimos otra hora mirando joyas absurdas. La siguiente visita, no se porque fue una tienda de instrumentos con banjos, ukeleles y guitarras de lo más interesante.

Después de salir de la maravillosa tienda caminamos un poco más, parecían decididas a visitar la ciudad, y después de callejear, caminar alrededor de algunas iglesias, que ni se pararon a mirar, llegamos al punto de interés por el que habían preguntado, una librería inmensa de segunda mano. Estuvimos como 3 horas, acabé desesperado no, lo siguiente, eso si que es hacer turismo.

Cuando consiguieron salir de esa tienda, lo digo así para hablar bien, caminamos un poco y fuimos a comer. Querían hacerlo en el mismísimo centro donde una Coca-Cola te cuesta 3 euros, por suerte las logré llevármelas a otro punto de la ciudad, lo gracioso es que Marilyn no decía nada, y ya había estado en la ciudad. Acabamos comiendo en un bar-restaurante unos bocadillos que no estaban mal. Por lo visto era el mes del hot dog y al salir por 2€ me compré uno, he de decir que estaba bueno, un buen más para ir.

Nuestra siguiente “parada” si que fue un poco más turística, andamos un poco por el puerto, yo comenté de ir al museo de arte, pero se negaron. Después de un rato de camino llegamos a lo que sería una especie de costa, o playa. En el fondo podíamos ver un faro. Reconocimos la zona un poco más y descubrimos una pasarela o puente que se alzaba por encima del agua, era un bonito sitio para disfrutar, hacer fotos y en el caso de las tres chicas, hacerse selfies.

Después de un rato tuvimos que volver, porque Marilyn tenía que recoger su ordenador de una tienda en el centro. Una de  nuestras últimas paradas antes de volver a la casa fue un pub donde tocaban música irlandesa en directo, al menos pude disfrutar de una buena Guinness, fue lo mejor de la visita.

Cuando nos íbamos a volver a la estación descubrimos que el bus tardaría una hora más en llegar así que paseamos, vimos un mago en medio de la calle, cual ramblas, y después nos fuimos a un riachuelo lleno de mosquitos para sentarnos y esperar, insistí en marcharnos de allí, pero creo que adoran los mosquitos. Un detalle interesante que había pasado por alto es que Anna estuvo buscando sellos todo el día para enviar postales y Sarah que habla un poco de español estuvo sin mala fe, preguntándome cosas para que le enseñara, obviamente no me molestaba y la ayude con el idioma, al menos me entretenía.

Al llegar al bus el viaje se hizo largo, 30 minutos mas o menos, nos dejó en un bar, por lo visto esa era la parada más cercana, tuvimos que andar otros 30 minutos hasta llegar a la puerta de casa entre la oscuridad, por un lado de la carretera, solo la linterna del móvil iluminaba nuestro camino. No se donde esta esa hospitalidad Irlandesa, pero no hay manera de que nos lleven o traigan en coche.

Casi en la puerta, salió a buscarnos uno de los hijos del matrimonio que decía habernos visto por el camino y pensó que probablemente necesitaríamos ayuda, acertó. En cuanto llegué a la casa, mi siguiente paso fue irme a dormir no sin antes cenar los rellitos de verdura del día anterior, fui el único que cenó (también fue mi desayuno). Puedo decir que ese día aprendí y descubrí otra manera de hacer tursimo.

Día16: un día raro


Sonaba el despertador y eran las siete de la mañana, bajaba al comedor y solo me encontraba al hijo de Glenda preguntando por su madre, le dije que estaba meditando, pero obviamente no hizo caso y siguió a lo suyo. Las demás estaban durmiendo así que me limité a jugar con mi móvil en el comedor, digo jugar porque el wi-fi lo capan así que no puedo conectarme demasiado.

En un momento de la mañana el niño se puso a cantar, bastante alto, fue entonces cuando la madre bajo corriendo y consoló su soledad. Las chicas no tardaron en despertarse. Cuando estuvimos todos, Glenda preparó el desayuno. Hizo una especie de arroz o puré de pipas, no se algo cocido, pero estaba malísimo e insípido, lo había probado en casa de Timm y no me convencía.

Mientras desayunamos, Glenda nos invito a meditar cuando en el horario lo dijera obviamente, después de desayunar tocaba trabajar. Estuvimos limpiando ventanas cual karate kit limpiar encerar.

Antes de comer un poco de verduras con caldo, vamos una especie de sopa de verduras, yo hablaba por teléfono cuando todos desaparecieron, los busqué por todas partes, la comida estaba en la mesa, cuando descubrí que estaban meditando. Estuvieron ni mas ni menos que una hora. La comida mientras se enfriaba en la mesa.

Después de su meditación comenzamos a comer, tenían todas una cara de empanadas que nos aguantaban, encima Glenda que parece que vaya fumada todo el día os podéis hacer una idea de la situación.

Una vez acabamos de comer volvimos a limpiar para completar las 5 horas de trabajo diarias, uno de los niños de la familia que vive en la  otra casa nos dejó unos altavoces para poder escuchar música mientras hacíamos nuestras tareas, es una buena persona.

Cuando acabamos, teníamos aun que currar un poquito más, estuvimos separando la mierda para reciclar que guardan en una de las casas y era mucha mierda, por suerte, después fuimos a la casa donde estaba el chaval, nos quería invitar a creps. Estaba preparándolas para su amigos de clase pero no tuvo problemas en compartir. He de decir que estaban buenísimas y con nutella ganaban mucho, me comí al menos cinco, no sabía si cenaríamos obviamente.

Cuando acabamos con las creps, decidí pegarme una ducha, más que nada para combatir el frio y quitarme el olor de haber trabajado con mierda, cuando salí, en el horario tocaba compartir, no sabía muy bien de que se trataba. Fuimos todos a la planta de arriba, nos sentamos en la sala de meditación y en circulo durante 5 minutos cada uno decía lo que pensaba, obviamente todo era bueno. Lo más raro fue cuando acabé, me sobró un minuto y medio así que Glenda me pregunto si me gustaban los masajes, obviamente conteste con una afirmación. Entonces ella insistió en que me estirara en medio de las cuatro, no daba crédito a lo que escuchaba, asé que tras insistirme un par de veces me estiré obedientemente. Se pusieron alrededor mío y comenzaron  hacerme un masaje, para mi y para las otras tres chicas fue algo rarísimo.

Superado el trauma, para cenar hicimos, o hicieron, sobretodo Sarah la chica alemana, una especie de burritos solo de verduras, está comenzando a sentarme mal comer tanto verde.

Durante la cena el chaval que vive en la otra casa, el mismo de las creps, no recuerdo su nombre, nos trajo su tele y una peli para ver. Disfrutamos de la cena, he de decir que estaba buenísima, mientras veíamos algo muy cutre sobre vampiros, magos y hombres lobo. Sin duda fue un día raro.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Día 15: El horario

Semana nueva, vida nueva, otra vez… más que nada porque cada semana amanezco en un sitio diferente. Eran las 7:00, como no entendía muy bien que rutina seguir o que hacer, más que nada porque nadie lo sabía, decidí dejarme ver y conseguí resultados.

Anna la chica alemana fue la primera en despertarse, seguida por Sarah y la americana, los 4 nos dirigimos a la casa colindante para disfrutar del desayuno, se componía por leche, té, tostadas y mermelada, no estaba mal.

Es importante saber que no nos mezclamos con la familia que reside aquí, estamos en una casa a parte, a veces nos viene a ver el niño, pero solo nos mezclamos para trabajar. Glenda y su hijo si que viven aquí.

Después de desayunar, pudimos hacer básicamente lo que nos dio la gana, no había nadie en la granja así que libertad absoluta, lo malo es que por lo visto nadie tenía hambre con lo que no se comió y claro yo sabía donde están las cosas, así que no pude hacer nada al respecto. Pasamos la mañana-medio día hablando y yo haciendo fotos.

Como era lógico y de esperar, a las 17 había hambre, fue entonces cuando salieron a buscar moras Anna y Sarah para hacer un pastel, el problema es que cuando volvieron llegó Glenda. Sabía que no habíamos hecho ni el huevo durante el día, así que nos mando un trabajo un poco jodido, recoger un garaje lleno de mierda. A parte de la mierda habían mil instrumentos y cosas que no sabía lo que eran o para que servían.

Cuando comenzamos a limpiar y justo cuando tiré una piedra a la basura apareció Shivan. Para mi sorpresa cogió la roca de la basura, me la enseñó y me dijo si sabía lo que era, obviamente si, una piedra. Me dijo que llevaba en la familia más de 50 años, en ese momento pensé: -pues la tienes muy descuidada chato-. Era obvio que le había molestado. A partir de ese momento no se separó de nosotros, nos enseñó las diferentes casas para saber donde colocar cada cosa y cuando volvimos al garaje mediante carretillas nos iba dando instrumentos para después llevarlos a sus respectivos sitios. Yo entre paseo y paseo me escaqueaba un poco no lo negaré, pero no era el único.

Acabando el trabajo nos quedamos solos, desapareció todo el mundo, así que dimos el trabajo por finalizado, cerramos el garaje, colocamos un par de cosas en el interior y para nuestro refugio.

Cuando llegamos a la caseta comenzamos a hacer la cena, serían las 6:30 y el hecho de no haber comido pesa. Para cenar Sarah hico un poco de verduras con salsa, estaba muy bueno la verdad pero era mi primer día y ya estaba cansado de verduras.

Durante la cena, Glenda no paró de hablar sobre lo fantástico que es meditar y lo mucho que te libera. Con la práctica puedes olvidarte incluso de comer, y sentirte bien contigo mismo vistiendo solo una sonrisa. La verdad es que todo me parece muy irónico, sobretodo cuando tiene un mac de 2000€, duermen en camas cojonudas, mil veces mejores que las nuestras y obviamente tiene un coche.

Esa misma noche nos entregó unas hojas con los horarios de la semana, en ellas nos informaba de nuestras horas de trabajo, las de meditación o los diferentes ejercicios que se harían durante el día a los que obviamente estábamos invitados.

Después de cenar y mucho, me fui a dormir, si algo he aprendido respecto a la comida en estos sitios es que si puedes comer, hazlo y repite, varias veces a ser posible, nunca sabes cuando podrás volver a comer.

La verdad es que para ser el segundo día no pintaba mal, si nos olvidamos de la comida o lo comparamos con nuestro amigo Timm, me pregunto que será de él, seguro que ha enredado a otro para que le haga el trabajo sucio.

Día 14: La comuna, el primer día

Último día en Dúblin, o mejor dicho últimas horas, mi próximo destino era Galway, pero antes debía coger un bus que me llevara y como siempre en este viaje no sería fácil.

Me despertaba a las 6:30, mi bus salía a las 8:30, quería tener suficiente tiempo como para desayunar, ducharme y perderme, si es que era necesario. Mi desayuno no fue gran cosa, un vaso de leche y una poco de pan con atún, los huevos se habían acabado, solo quedaban dos cascaras aunque la caja seguía allí, en la nevera. Después de desayunar y “disfrutar” de la ducha, cogí la maleta y cuando me disponía a salir recordé la alarma. Para salir de la casa se debe introducir un código y después cerrar la puerta con llave, obviamente tuve que llamar al móvil de la anfitriona. Bajo con una camiseta larga de mini que apenas le cubría, nuevamente un recuerdo desagradable, me ayudó con la contraseña y me fui.

Por fin podía abandonar esa casa llena de suciedad. Mi próximo destino era la estación de buses para la que Deirdre me había dicho como llegar. Cogí el tranvía siguiendo las indicaciones y en dos pardas ya había llegado, cuando estaba en la puerta le pregunte a un policía que me indicó que para coger los buses debía salir de la estación y dirigirme a los taxis, al principio supuse que no me  había entendido bien y pregunte a un hombre que hacía cola para comprar tickets, este me dijo que podía comprar tickets de bus para Galway en la cola del tren, error. Cuando llegué a la taquilla el operario me dijo que ahí solo salían trenes que si quería coger un bus debía ir a otra estación.

Tuve que coger un taxi para llegar a la estación de buses a tiempo. Ahora os preguntareis, porque no fuiste en tren, pues bien había quedado con Glenda, la mujer que me esperaba en Galway en la estación de buses, así que era lo más sencillo. El viaje en taxi fue largo, 10 minutos como mínimo, el conductor era majo y daba conversación para las horas que eran, la broma me costo 12€, se lo di justo por si no tenía cambio.

Una vez en el bus, comenzó mi nuevo viaje, Galway esperaba. Cuando llegué, y para mi sorpresa, resulta que también llegaban los trenes. Glenda no estaba en la estación y por más que la llamaba solo contestaba a los mensajes, comienza a resultarme cansino que todos hagan lo mismo. Cuando por fin apareció 10 minutos tarde, lo hizo con su hijo y una americana llamada Marilyn, por lo visto habíamos compartido bus.

Cuando llegamos al coche, un Nissan pequeñito, y vimos el maletero, ambos teníamos dos maletones, descubrimos que faltaba espacio y por mucho tetris era imposible meter las dos maletas allí dentro. Ella dejó la suya en el maletero y yo llevé la mía en el asiento de atrás, entre el hijo de Glenda y yo, por cierto creo que se llama Sir Artur, no estoy muy seguro, pero tiene seis años y es rubio, con pelo largo y de raíces suecas, aunque creo que no habla sueco.

Después de explicarnos las tareas en las que tendríamos que ayudar, pintar, limpiar, recoger, ordenar, básicamente de todo y hablar un poco en el coche, llegamos. El camino fueron al menos 15 minutos en coche, espero que no me haga ir andando a Galway porque cojo el primer avión a Barcelona.

Al llegar a la casa, todo era enorme, allí nos esperaban dos chicas Anna y Sarah, de procedencia alemana, los nombres tardé un día y medio en entenderlos. Cuando nos presentamos, nos enseñaron las tierras. Era enorme, además tenían caballos, gallinas, 20 gatos, cinco de ellos cachorros y un perro. También tenían un granero, dos casas, un garaje, una caravana y una especie de casa en proceso de construcción.

Por lo visto se dedican a meditar, son algo así como hippys. A las 13:00 más o menos, pudimos comer un poco de arroz, cuscús y patatas, en Irlanda tienen una obsesión con ellas, pero estaba todo muy bueno.

Después de comer puede conocer a una mujer que a día de hoy no se como se llama pero está casada con un tal Shivan. Este último lo conocí porque solo acabar la digestión nos llamó para que le ayudáramos a vaciar un camión. La tarea parecía fácil pero no lo era. El camión tenía como 20 maderas, una lavadora, colchones, herramientas de todo tipo, además de un sin fin de comida y mierdas varias. Estuvimos 3 horas para vaciarlo entre 5.

Cuando acabamos, nos pegamos una ducha, y cenamos un poco de verduras, aquí son vegetarianos, menudo verano llevo… Después de cenar el salteado de verduras nos fuimos a dormir.

Mi dormitorio consistía básicamente en un altillo, o unas golfas, con un colchón o mejor dicho esponja, tirado en el suelo y unas mantas y sabanas, al menos tenía almohada.



miércoles, 17 de septiembre de 2014

Día 13: free tour


Como es habitual me despertaba a las 7:00 y para no variar mucho mi rutina, seguía en una pocilga de casa. Ya hacía unos cuantos días que no dormía en un habitación decente como la de Cork.

Después de desayunar unas tostadas, esta vez con atún y mi huevo duro, el último de los dos que había, volví a dejar la caja en la nevera, más que nada porque junto a mi huevo encontré las cascaras de otros dos, probablemente convivían desde hace mucho tiempo y claro yo no se hasta que punto la mujer conserva los residuos orgánicos pero con tal de no tocar demasiado las cosas que no son mías, lo dejé todo en su sitio (cascaras y caja de huevo en la nevera por si acaso).

Con el estomago “lleno” y el “calor” de una buena ducha me disponía a salir a la calle cuando me crucé con Deirdre, la anfitriona, por lo visto salía de la ducha y solo llevaba un albornoz, una imagen que tardaré años en borrar. Se empeño en darme conversación, según he escuchado algo típico de los Irlandeses, hablan hasta debajo de las piedras. En este intercambio de opiniones le hablé sobre mi marcha, sería al día siguiente, muy temprano, ella muy amable y recordar, vistiendo solo un albornoz, con un secador en la mano, me recomendó la ruta del tranvía para ir a la estación de Heuston, sin duda la más rápida, obviamente le hice caso, pero ya os lo contaré en su momento.

Volviendo al tema, salí a la calle dirección al centro. Debido al alto precio de los buses y el detalle de que no te dan cambio decidí ir andando. Por el camino me iba cruzando con calles de todo tipo, en unas habían viviendas que daban pena y miedo a la vez, aunque en la acera de enfrente probablemente podrías encontrar tu casa de ensueño a un mas que seguro reducido coste. El barrio era raro de cojones y bastante malo, de hecho solo salir de la casa me crucé con un transeúnte tirado en el suelo, se había quedado dormido mientras se liaba un “cigarro”.

Tras mucho caminar, mas o menos treinta minutos, y llegar sano y salvo al centro encontré el punto de partida para el tour. Nuestro guía se llamaba Juan, un gallego con mucha chispa. La verdad es que estuvimos tres horas caminando por Dublín, el grupo era grande, pero consiguió que durante esas horas nos juntáramos como si nos conociéramos de hace días, escucháramos y participáramos con libertad, cual clase. Imagínate si se lo curraba que por cada respuesta buena, o graciosa nos daba un chupa-chups, no hace falta decir que me llevé uno.

Al acabar la visita guiada y en parte gracias a Juan, le cogí un poco de cariño a Dublín, incluso a pesar de no haber comido por la larga visita, me quedé unas horas a dar vueltas, también porque quería hacer tiempo para ver si llegaba a la puerta de la biblioteca de la universidad Trinity diez minutos antes de que cerraran y me dejaban entrar gratis.

Mientras esperaba decidí hacer una visita a una de las más importante bibliotecas de Dublín, aunque sobretodo fui por su cafetería. Según Juan (el guía) tienen uno de los mejores cafés de Dublín, o por lo menos huele como tal, cuando llegué y vi el precio me fui a ver la biblioteca, 2,70 el expreso. Por el precio ya puede ser bueno.

Después de mi visita a la biblioteca fui a colarme a la universidad Trinity, en su biblioteca, no tuve mucha suerte, me pilló la cajera y no me extraña, pasar por su lado sin que se de cuenta es complicado. Solo conseguí 10 euros de descuento, pero obviamente no acepte pagar por 10 minutos de visita para ver un pasillo (que es lo que es) y me fui.

Durante mi vuelta a casa paseé por otro de los parques más importantes de Dubín, la verdad que era bonito y después con la calma busqué un bar donde ver el Barça, por desgracia fracasé en el intento, al menos en las pocas zonas que encontré Wi-fi podía ir leyendo el resumen. Por lo visto fue un partidazo en el que Neymar metió los dos goles de la victoria contra el Atlethic.

Al llegar a casa eran las 8, justo a tiempo, empezaba a anochecer y era mi último día allí, no tenía ganas de vivir otra mala experiencia en Irlanda. El dilema que tenía que resolver para el día siguiente, era si irme a una excursión en Howth, un pueblo de pescadores cerca de la cosa o marcharme a Galway donde me esperaban nuevas y no menos interesantes aventuras.

Finalmente mi camino me llevó a Galway sin pasar por la casilla de salida, era lo más fácil y tenía ganas de llegar a un sitio donde tuviera una cama por varios días, algo de lo que me arrepentiría nuevamente.

En mi búsqueda de Buses dirección a mi nuevo destino tuve problemas nuevamente, en la web me dejaban comprar el ticket de bus pero no podía escoger hora, es decir podía ir con el Bus a la hora que me diera la gana, aquí tonto el último, esto es lo que muchos llaman lógica irlandesa.

Con dolor de cabeza por intentar entender algo incomprensible, decidí irme a dormir, mañana me presentaría en la estación y que fuera lo que dios quiera.

Día 12: Esta casa es una ruina

Comenzaba el segundo día en Dublín y el primero en aquella pocilga de casa, la mañana se centraba únicamente en una cosa, conseguir hacer la matrícula de la universidad sin ningún problema. Los últimos días me había desesperado por encontrar un sitio donde poder tener una buena conexión wi-fi y donde poder dormir (este simplemente aceptable).

El día comenzaba frío como todos en Irlanda, es en esos momento cuando echo de menos el calor de Barcelona o mejor dicho el frío de la Toscana. Para entrar en calor lo mejor era comer algo, salí de la cama y fui a buscar el desayuno (que me venía incluido en el precio). Pude degustar tostadas con mermelada y un huevo pasado por agua, también probé cereales pero la verdad que fui demasiado valiente, a saber cuanto llevaban abiertos y como de todas maneras el sabor me animó a tirarlos por el fregadero. Mi primera comida del día y según muchos profesionales la más importante, sinceramente, fue igual de mierda que los que tomé en casa de Tim, lo malo es que esto lo había pagado.

Después de gozar de mi desayuno cinco estrellas me pegué una ducha. Era una bañera de esas antiguas, la verdad es que no era muy agradable, no me atreví a tocarla sin zapatillas, lo mejor de todo es que la anfitriona, el primer día, me dijo que después de cada ducha debía limpiarla para no dejar manchas, quizás debería preocuparse por quitar las que ya tiene.

A las 2:00 hora de Barcelona y las 13:00 hora irlandesa hice la matricula satisfactoriamente, al menos que yo sepa. Después de cumplir uno de mis objetivos de mi viaje, comí, concretamente unos canelones. Cuando acabé salí de la casa, no sin antes pelearme con la alarma y fui a hacer una visita a la cárcel de Kilmainham, es realmente importante en la historia de Irlanda.

En esta visita pude apreciar las numerosas celdas y los secretos que esconden además de enterarme porque esta prisión tiene tanto renombre en la historia de Irlanda, algo que si queréis saber deberéis leer. La visita duró poco más de una hora, pero fue muy instructiva. Al salir de allí y con dos horas por delante fui a hacer una visita al museo nacional de arte moderno de Irlanda, también conocido como IMMA.

Mi tarde cultural iba de menos a más, fue una visita muy interesante donde pude conocer otro punto de vista sobre la cultura Irlandesa, a parte de la cerveza Guinness tienen más cosas. La visita por el IMMA fue bien hasta que me encontré con los típicos pesados. Me refiero a esa pareja o personajes que siempre están en los museos, son fáciles de reconocer porque cuchichean todo el tiempo y no paran de reír o hacer ruidos en general, en ocasiones incluso corren, pues bien estos además se sacaban multitud de fotos, algo que acabó en más de una ocasión con mi desgastada paciencia.

Al salir del museo, fui a parar a unos jardines colindantes, la verdad es que eran grandes y sinceramente preciosos, paseé durante un par de horas como mínimo. Allí me crucé con parejas de dulces enamorados que se escondían entre los matorrales (solo los menos descarados) y padres con sus bebes y niños, además de algún bohemio escribiendo tirado en el césped, probablemente poesía, eran unos jardines ideales para perderse e inspirarse unas horas.

Al salir de allí fuí  a parar por accidente a un PUB, allí probé la pinta de Guinness más barata de todo mi viaje por las islas, 4,50€, aun así me sigue pareciendo cara. En el bar trate de hablar con Anna, la sueca, pero el wi-fi para variar funcionaba de pena, así que cuando acabe mi cerveza volví a la casa.

En cuanto conseguí poner la contraseña de la alarma, pude comenzar a prepararme la cena, un poco de pollo para rematar el día. Cuando lo acabé comencé a gestionar el free tour del día siguiente, y me fui a dormir, bastante temprano la verdad, no serían ni las 10:30.

Cuando estaba en mi quinto sueño, la anfitriona me despertó con un portazo, llegó a eso de las 11, no la volví a ver hasta el último día antes de irme, pero tampoco me interesaba que hacía hasta esas horas de la noche y en un barrio así.


lunes, 15 de septiembre de 2014

Día 11: Excursión a Glendaloguh


El jueves por la mañana tuve diferentes horas para amanecer, 4, 5, 6, 7 y 7:25. Mi idea era despertarme solo a las 7:30 pero no pudo ser. Quitando la de las 7 que me despertó mi vecino de litera marchándose de la habitación, los demás fueron culpa mía. El de las 7:25 supongo que fue debido a las ganas que tenía de salir de allí. Supongo que en las demás horas también influyó que una alarma contra incendios sonara toda la noche.

Una vez fuera de la cama cogí toda la ropa preparada la noche anterior y me pegué una ducha. El agua salía caliente, la ducha era grande, pero solo una cortina impedía que el agua saliera. Obviamente se creó una gran piscina, en lo que antes era un cuarto de baño.

Cuando salí de la ducha, cogí todas mis cosas y las guardé en mi maleta que descansaba en una consigna, protegida por un buen candado, con todo listo fui a desayunar.

En la cocina comenzamos 3 o 4 y en menos de 10 minutos éramos 20 o 30. Yo fui rápido, cogí todas mis cosas para desayunar y me senté en una de las mesas del hall-comedor más cercana a la cocina antes de quedarme sin.

Mientras desayunaba revisé los mensajes, no me habían aceptado ninguna reserva, es decir no tenía donde dormir, es en ese momento donde la desesperación y el nerviosismos s mezclan y en menos de un segundo puedes lanzar una mesa por los aires, o al menos e slo que pasaría en una peli de ficción durante una mala partida de póker.

Durante el desayuno y antes de marcharme a la excursión, busqué sin descanso un lugar donde poder dormir, en el último momento antes de salir por la puerta cual Rocky antes de tumbar a su rival, cuando ya parece todo perdido.....recibí un mensaje que me lleno de alegría, ya tenía donde dormir y no estaba muy lejos, o eso creía yo.

Con todo listo y contento por haber encontrado un sitio para dormir, tenía lo necesario para continuar con mi viaje. Mi siguiente destino era coger un bus en un hotel para ir al Glendalough, uno de los sitios más bonitos de Irlanda. Era la excursión que había reservado en Cork el día anterior.

Después de mucho caminar y atravesar la ciudad de punta a punta llegué al hotel donde teníamos la recogída 20 minutos antes de la hora. Mi bus salía a las 9:40. Una vez allí me colé en la recepción y puse a cargar el móvil, el cargador comienza a fallar. Cuando se acercaba el momento salí a ver si veía el bus. A las 9:40 decidí llamar a mi contacto, era la hora y ahí no haba nadie
﷽﷽﷽ra y ahlí a ver si veilkerenos de un segundo puedes lanzar unam esa por los aires, o al menos e slo que pasaría nadie, me preocupaba haber perdido el bus, previamente pude ver a muchos pensionistas subiendo a buses que no pararon de entrar y salir del parking del hotel. Cuando conseguí hablar con él me dijo que había mucho tráfico y que llegaban tarde. Junto a mi había una pareja que a mi parecer, tenía que coger el mismo bus que yo.

Durante mi espera decidí ir a tomar un café, compré uno para llevar en un quiosco que tenía anuncios y artículos que catalogaban su café como el mejor de 2014 en Dublín. Decidí pagar los 2,50 y obviamente, muy sobrevalorado. El café de esta isla es agua sucia, creo quem haré fan de cualquier café que simplemente huela como tal, ya que el sabor difícilmente lo conseguirán.

Mientras hacía mi pedido pude ver un bus blanco dirección al hotel y como la pareja se acercaba a preguntar, la incertidumbre de apoderaba de mi, no estaba seguro si irían al mismo sitio que yo o si ese sería mi bus, para colmo yo veía la situación desde la otra esquina donde esperaba mi café, y me separaban dos semáforos y un servicio extremadamente lento. Mi instinto me decía: -deja el café y sal corriendo, pero ¿ y si después no era el bus?-. Así que volví a llamar al hombre, pero no me cogía el teléfono, finalmente vi como el bus se marchaba, y mi móvil volvió a sonar, era mi contacto, efectivamente, ese no era mi bus, el mío aun estaba viniendo.

De vuelta a la parada del bus, y con más tranquilidad decidí hablar con el chico de la pareja, eran ingleses, de Londres y efectivamente, estaban esperando el mismo bus. Después de media hora y conversar un rato, me pidió el numero de teléfono de mi contacto para ver donde estaba. El chico al igual que yo estaba bastante molesto con el retraso. No llevaba ni 3 minutos cuando apareció el bus, eficiencia inglesa sin duda o eso o el contacto se acojonó.

Cuando el bus aparco en la puerta del hotel, el conductor, que resulto ser nuestro contacto, pasó lista y subimos al autocar, los únicos sitios disponibles eran los del final. Espero que con el manos libres fuera el único que escuchar mi conversación, estúpida conversación donde me dijo que su bus era blanco y grande. En mi defensa diré que todos lo eran, y los ingleses pueden confirmarlo.

Nuestra primera parada fue en un bonito pueblo de pescadores cercano a Bray. Estuvimos en una pequeña playita de piedras y rocas, la niebla decoraba un paisaje que se difuminaba con el horizonte, entre el mar y el infinito.

Después de hacer unas pocas fotos pasamos a buscar a una pareja de ancianos de un hotel-castillo. Parecía increíble aunque su precio también debía serlo. La pareja se sentó atrás, junto a los ingleses el hombre y junto a mi la mujer. Durarían hasta la primera parada, después buscaron otros sitios más cómodos aunque separados.

Cuando salimos del castillo-hotel, pasamos por la casa de bono, visitamos unos paisajes con vistas y fuimos a desayuna a un Avoc. El precio era alto 11,50 un café (agua sucia), bocata y croissant, pero valió la pena. El local era inmenso, tenía hasta tienda para comprar suvenires, era todo muy caro y cool, para la jet set vaya.

En cuanto dejamos el desayuno, visitamos otro mirador, desde lo alto de la montaña teníamos unas vistas envidiables, al fondo más montañas y a nuestros pies un lago. Unas bonitas vistas para perderse unas horas.

Antes de comer, fuimos a un puente en un camino estrecho con un riachulo. Hay es cuando pude comenzar a "clichar" al personal. Teníamos una pareja que viajaba con su hija, parecían americanos, de tejas mínimo, el bigote y las pintas del tío lo delataban, además la manera de tratar a la mujer cual perrillo era la confirmación. La hija era bastante rara, se juntó con dos alemanas y no pararon de hacerse fotos como si se conocieran de toda la vida, aunque quizás si quien sabe.

Después de visitar el puentecito fuimos a comer, habían dos restaurantes, uno donde hacían menú self-service y era carísimo, u otro fuera donde preparaban bocadillos. Obviamente me compré un bocadillo, pude disfrutar de él con unos rayos de sol en la terraza y mi botellita de agua. Cuando terminé mi tentempié  paseé por allí y descubrí un camino detrás del restaurante, que resulto ser un hotel. Llevaba a un río que tocaba con un mini jardín particular del que disfrutaba cada habitación, vamos que no sería un hotel-castillo, pero debía ser caro de cojones.

La siguiente parada fue en el monasterio de Glendaloguh, un bonito cementerio acompañaba una torre y unas pocas casas en ruinas. Las vistas a pesar de ser un cementerio eran increíbles, aunque nada comparables con Escocia. Estuvimos un rato reconociendo el terreno caminando, y paseando. Cuando acabamos volvimos al autocar y visitamos el lago, que era de lo más bonito que he podido ver en Irlanda. Antes de acabar nuestra última visita el conductor nos invitó a unos chupitos de James, el whisky es suave, pero malo, de todas maneras se agradece el detalle.

De vuelta en el punto de partida, y después de hacer muchas paradas di un paseo a toda velocidad por Dublín, pase por calles y tiendas cual rambla en Barcelona hasta llegar al hostal. Allí recogí mi maleta y busqué el bus que me llevaría a mi siguiente cama, creo que era el 22A, comienzo a pensar que todos los buses tienen el numero 22.

Al coger el bus a la carrera (con la maleta), porque lo vi llegar y no quería que se me escapara, tuve que pagar 2€ de 1,50€ que costaba el billete, por lo visto los conductores de Bus no tienen cambio por miedo a que les roben, si, claro, entonces son ellos los que nos roban a nosotros. Una vez en el barrio aquello parecía el principio de la entradilla de “El Principe De Bel Air”, o para que os hagáis una idea más clara in tener que buscar el video, el Bronx. Era un barrio con casa pequeñitas y feas, las calles estaban sucias, había gente tirada cerca de las casas. No era una buena imagen de bienvenida, estaba a treinta minutos de la ciudad y encima en un barrio de mierda con gente realmente sospechosa.

Cuando encontré la casa me libré de miradas que se clavaban como dardos y de mi pesada maleta que me delataba como inmigrante además de hacer muchísimo ruido. Para mejorar mi suerte, la mujer no estaba, habíamos quedado a las 8 y faltaban 15 minutos, obviamente llegó tarde, y no contestó a mis llamadas de teléfono. Mi móvil otra vez estaba casi sin batería y solo quería entrar en esa maldita casa para estar a salvo de cualquier cosa.

Finalmente apareció, entramos en su dulce morada, y por desgracia no tenía nada de dulce y  tampoco me sentí muy a salvo como esperaba, la casa daba autentico asco, la cocina estaba sucia y desordenada, papeles y todo tipo de cosas por el suelo y en la mesa, el mantel limpiaba el suelo. Mi habitación bueno, tenía moqueta y aparentemente no había mierda de por medio, pero no tenía buena pinta, además, dormiría con una chimenea en la cabeza.

Cuando dejé la maleta me explicó el funcionamiento de la casa y el de la alarma, para entender como iba se necesita un master en ingeniería industrial. Teníamos que ponerla para entrar y salir, un código diferente para cada momento, además y para que esta funcionara debíamos cerrar la puerta con llave, tanto para entrar como para salir, en mi primer intento fracasé, pero era lo normal.

La mujer de la casa, era maja, aunque no limpiaba. Por lo visto estaba comenzando a conocer ese espíritu irlandés del que tanto había escuchado hablar, me refiero a la parte feliz, no a la suciedad. Me enseñó el barrio y las tiendas, aunque le pregunté si era un mal barrio ella lo negó rápidamente, por eso tiene una alarma que enciende hasta cuando está en la casa.

El suburbio por la noche no ganaba, todo lo contrario, la oscuridad solo empeoraba lo que ya era feo a la luz del día. Durante mi visita nocturna al Bronx lo único que hice fue acompañar a la mujer a comprar su comida y mi comida, me enseño como moverme con el tranvía o el bus, irónicamente el bus que me dejaba en la casa o me llevaba al centro era el 122, nuevamente ese numero. Después me señaló diferentes caminos para visitar la famosa cárcel de Kilmainham y pregunto en una tienda cuanto costaba la tarjeta para pillar bus y tranvía, 20 euros tres días, obviamente no la cogí, además había que recargarla.

Una vez en casa y con mi comida en la nevera (canelones, pollo y raviolis) nos tomamos un té y conversamos, me dejó algunos mapas y me dijo que valía la pena visitar, incluso me habló de un trenecito que por 20 euros te da una vuelta por Dublín, obviamente no lo cogí prefiero ir andando y es lo que hice para ir y volver de la casa o moverme por Dublín, andar.

Día 10: Próxima parada Dublín

En el ecuador de mi viaje a Irlanda, el día amanecía en Cork, aunque mi próximo destino era Dublín. Mi última mañana en la casa de Eeilen. Como venía siendo habitual me despertaba a las 7, acababa de preparar la maleta, disfrutaba de la última y maravillosa ducha de agua caliente para después bajar a desayunar.

En el comedor estaba Claudia, muy madrugadora se acababa su primera comida del día, me deseaba buena suerte y se marchaba ha la a academia de idiomas. Me tocó desayunar solo mientras disfrutaba de la tranquilidad de una fría mañana irlandesa y de lo que serían mis últimas horas en esa cómoda, e incluso lujosa habitación.

Acabando el desayuno y teniendo en cuenta que la anfitriona se ofreció a llevarme a la estación , decidí enviarle un mensaje, eran las 8 pasadas, mi bus salía a las 8:30 y no daba señales de vida. Al leerlo bajo con prisas, incluso me las metió a mi, durante el camino me explicó que estaba esperando a su hija para marcharnos todos juntos, lo siento mucho pero mi bus no espera.

La despedida fue rápida, en medio de un atasco me bajé, cogí la maleta, caminé 20 pasos y ya estaba en la estación.

Cuando subí al bus, el viaje duró como 2h y 50 minutos (creo que es lo que duran todos los viajes aquí). Al llegar a la estación de Dublín y en busca de wi-fi para usar google maps y poder orientarme mejor tuve que dar unas cuantas vueltas, lo que me costó justo algo que evitaba, perderme. Realmente no me perdí porque no me separé casi de la estación, pero si que di mucha vuelta.

Al encontrar el bus, el numero 22, me subí a él para llega al destino donde pasaría mi primera noche en Dublín, un hostal. La verdad es que no estaba muy seguro de que fuera el bus correcto había dos con el mismo numero, solo los diferenciaba una X, así que tuve que preguntarle al conductor que confirmó mi acierto. Mi primera impresión del hostal no fue mala, por varios motivos además, el primero, podía deshacerme de esa pesada maleta, el segundo, tenía un sitio donde dormir y el tercero y último, aunque no menos importante un sitio donde comer. Esto último le ahorraría a mi bolsillo un disgusto.

Mi habitación era pequeña, mixta y de cuatro personas, quitando un par de botellas de Coca-Cola tiradas por el suelo, estaba bastante limpia, el lavabo bueno, no estaba mal, lo peor fue la ducha/piscina y que no tenía almohada. La reclame tres veces y sin éxito, tuve que dormir indignado y sin almohada (pero eso es otra historia).

Después de explorar el lugar, porque no me lo enseñaron y cambiar la tarjeta/llave que no funcionaba, guardé la maleta en mi nueva taquilla, que también pagué (2 euros), y me fui a preparar la comida.

La cocina era grande para uno solo, aunque pequeña para 5, te puedes hacer una idea, además solo había una pica. Mientras preparaba la sartén, carne, cubiertos y demás, caí en la cuenta que no tenía aceite, así que tuve  que cocinar como buenamente pude, intenté buscar/robar por algún lado, pero fracasé.
La comida se desarrollo en la misma cocina, iba comiendo, mientras iba cocinando así no tenía que desplazarme al comedor cargado con chaqueta, platos, cubiertos o demás objetos y de paso no se enfriaba la comida con lo que no perdía tiempo, algo que no tenia, había reservado un tour a las 14:00 y eran las 13:30 pasadas.

Después de comer salí en busca del punto de encuentro de mi Tour, empezaba al lado del monumento City Hall. Al llegar no había nadie, era muy “temprano” las 13:45. Tras unos minutos de espera, y con mi camuflaje natural en la ciudad llegaron las y los guías. Como no sabían mi procedencia pude escuchar una divertida conversación en la que se quejaban de los ratas que no daban propina. Cuando comenzaron a hacer el recuento, solo éramos tres o cuatro para el tour de habla no inglesa, el mínimo es 5 así que el tour se anuló.

Por desgracia para mi eso trastoco toda la mañana y en consecuencia toda mi visita a la ciudad. Durante el día caminé sin rumbo visitando monumentos por mi cuenta. A media tarde y después de mucho caminar, me senté en un bar donde disfruté de mi café Irlandés por 6€, no me iba a marchar de Dublín sin probarlo.

Cuando salí del Bar fui dirección al museo de historia de Irlanda. No esta mal si te gusta la guerra, tienen básicamente artilugios bélicos de todas las épocas. Por desgracia llegué demasiado tarde y allí todo cierra a las 17, solo pude echar una visita muy rápida.

Después de abandonar el museo y ver como unos transeúntes saltaban unas vallas de un parque cerrado, paseé un rato más, creo que esa fue mi acción más repetida en Dublín. Tras mucho andar llegué junto a la destilería de whisky Jameson y decidí tomarme una pinta por allí. La Carlsberg me costo 5€ y no es precisamente una cerveza para tirar cohetes.

Al acabar mi ruta y mi pinta, di unas vueltas más (par variar) y fui dirección al hostal, no sin antes hacer una parar en un bar para cenar un kebap. Mi intención era sobretodo encontrar un Bar, Pub o simplemente local donde poder conectarme al wifi, por dos motivos, el primero buscar habitación para dormir el jueves (si, voy día a día) y segundo buscar un local donde poder hacer la matricula del viernes, el Wi-fi del hostal no es que funcione demasiado bien.

Cuando acabe mi merienda-cena, porque allí se cena a las 19 me fui al hostal. Cuando llegué a mi habitación había un tío tirado en la cama, justo debajo mío. Puse a cargar el móvil y no pasaron ni cinco minutos cuando se fue. Con su marcha tuve la libertad y tranquilidad para prepararme la ropa del día siguiente. Una vez todo listo fue a las "zonas comunes".

En el hall o comedor, la gente guardaba silencio sepulcral. Tampoco necesitaba hablar, aunque era bastante incomodo. Mientras disfrutaba de la soledad del silencio, buscaba habitaciones sin éxito por mi móvil, lo malo y para no variar demasiado, me quedaba sin batería, el problema fue cuando intenté cargar mi móvil. Existen una serie de truquitos para conectar una clavija de esas estándar europeas en una made in UK, el problema es que en ese "ladrón “o alargo me fue imposible y justo delante mío un tío me miraba con cara de circunstancia, probablemente no daba crédito a lo que hacía. Para que os hagáis una idea podéis imaginar a un cafre trasteando unos enchufes cuadrados e intentando conectar una clavija redonda, bien todo muy incomodo y por si fuera poco había una lámpara que bajaba de intensidad o subía cada vez que intentaba conectar mi móvil. Fracase, pero para mayor asombro de mi observador, lo intente 3 veces y es que soy muy fan de Beckett por eso sigo sus dichos a raja tabla:<<No importa si fallas inténtalo de nuevo. falla de nuevo. Falla mejor>>. Esta cita bien podría resumir mi viaje.

Después de buscar habitaciones y negarme a dormir en un hotel por sus altos precios, envié unos cuantos mails a diferente habitaciones de alquiler por noche y me fui a dormir (al hostal claro).

En mi habitación no había nadie, eran las 10-10:30, pero en cuanto me metí en la cama comenzaron a llegar. Primero el tío que dormía debajo mío y después una pareja (chico y chica). Dormía en una habitación de 4 mixta.

Con todos en sus posiciones y listos para dormir, seguía sin tener almohada, así que tuve que utilizar mi toalla en su lugar, por desgracia no es tan cómoda y debido a eso no pasé una muy buena noche.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Día 9: último día en Cork


La noche había sido sin duda una de las mejores, después de una semana había conseguido descansar. Salía de mi cómoda cama a eso de las 9-9:30. En la habitación, no hacía frío, aunque tampoco en el resto de la casa eso sin duda sumaba muchos puntos y mejoraba de lejos lo que había sido una semana que del uno al cinco, apenas llegaba al 3,5.

Mi alojamiento en una casa que desde luego estaba muy bien disponía de desayuno. No era gran cosa, un poco de mermelada, pan tostado, leche y zumo, bueno estaba bastante bien la verdad, al menos tenía donde escoger.

Cuando acababa de desayunar llegó Eeilin, estuvimos hablando un buen rato, incluso me invitó a un café. Creo que en dos días he hablado más con ella que en una semana con el ermitaño Timm, claro que tampoco es muy difícil.

Mi mañana consistió básicamente en preparar mi viaje para el miércoles y  los próximos días, no quería acabar durmiendo en un cajero, aunque ya había dormido en casa de Timm y eso no era muy diferente.

En cuanto tuve atada la primera noche en el hostal, me puse a trabajar en el viaje en bus, al no encontrar por ningún lado los horarios en bus hacia Dublín no me toco más remedio que ir a hacer una visita a la estación de bus. La chica muy maja me explicó todo lo que tenía que saber sobre buses habidos y por haber. Después, me di una vuelta y otra vez para la casa a comer.

Al acabar mi comida, 4 suculentos trozos de carne decidí coger un bus turistic de esos que odio tanto. Me dio una vuelta inmensa a la ciudad, por desgracia la había hecho el día anterior, al menos esta vez no me cansé. Cuando acabé mi visita guiada y después de un café, volví a la casa.

Una vez allí pude hablar un poquito con la hija mayor, es bastante rancia. Cuando acabamos nuestra rapidísima conversación se fue (a la calle) y me puse a preparar la cena. Al rato largo llegó la madre intercambiamos opiniones sobre nada, así que me puse a cenar. Cuando devoré mis macarrones acabé de finiquitar cabos sueltos y hacerme la maleta.

Durante la noche, aunque creo que fue antes de cenar coincidí con el chico rubio, el ingles o irlandés. Definitivamente no habla, o al menos conmigo, recuerdo que me lo cruce por la calle, en la misma acera, durante la mañana y ni saludó, esa simpatía Irlandesa de la que tanto se habla se está quedando en nada. Volviendo a la noche, después de cenar estuve cerrando todo lo del miércoles, Claudia la italiana hablaba con su novio por tablet. Se debía pensar que no la entendía porque despotricó sobre la familia e Irlanda que se quedó a gusto.

A las 23 y con todo cerrado llegó la familia al completo, la madre pasó al comedor a saludar, y ha decir cuatro o tonterías al novio de la italiana por la Tablet. Inmediatamente después, Claudia se fue a dormir y me quedé solo. Cuando contrate mi excursión del inserso para visitar unos lagos, mi noche también había acabado.

martes, 9 de septiembre de 2014

Día 8: Próxima parada cork

El despertador sonaba a las 5, el frío cual invierno me retenía unos minutos más en la cama, pero debía levantarme a cualquier precio. Tenía que desayunar, revisar que no me dejara nada y marcharme a la estación de bus en 45 minutos.

Cuando conseguí salir de la cama eran y cuarto, en la casa no había nadie despierto, pero claro el se pone su chándal y tira millas. Aun no había salido el sol y tenía que usar la linterna del móvil para moverme hasta llegar a la cocina, la verdad es que daba un poco de miedo andar por ahí sin luz, aunque lo que más temía era que Timm apareciera con su sonrisa por cualquier lado entre la oscuridad.

Una vez en la cocina y con el desayuno casi acabado Timm dio señales de vida. Eran las 5:30 y me pidió toda la ropa de la cama, amablemente se lo llevé todo, pero cometí el error de no sacar el algodón de una de las fundas de la cama. No se porque se enfado al ver mi descuido, definitivamente es idiota. Él mismo a regaña dientes decidió sacarlo, meter la funda en la lavadora, doblarlo (en el suelo) y llevarlo a mi habitación sin ningún tipo de ayuda mientras refunfuñaba.

A las 5:50 yo ya hacía quince minutos que esperaba con la chaqueta puesta (para meter prisa), el me sugirió que fuera al coche a esperarlo, obviamente no le hice caso, preferí el calor de mi habitación, así que allí sentado en la cama esperé el gran momento de mi marcha. Hasta las 6 no salimos, gracias a dios que no estaba en el coche sino muero de una hipotermia.

El camino en coche lo hicimos en silencio, solo se escucha el ruido de un vaso con té que se había preparado para el camino y que saltaba con cada bache. La taza estaba inclinada hacía mi y solo rezaba porque no acabará empapado de ese té que bebía con ruidosos y molestos sorbitos. Mientras me llevaba hacía la estación pude ver todo lo andado hace dos días, tardamos al menos 15 minutos en llegar al pueblo (en coche).

Una vez allí me señaló donde podía sacar los billetes, me dio la mano y se fue a comprar unas cosas al kiosko, aun estuvo unos minutos rondando por allí hasta que a las 6:20 subió al tren. Yo tuve que buscarme la vida y preguntar a unas cuantas personas para que me ayudarán con los horarios de bus y cual debía coger.

Sano y salvo ya en el Bus y rumbo a Cork, todo iba bien, contra más me alejaba de Lemerick, más feliz era. El viaje fueron dos horas, cuando llegué allí cogí otro bus que en 5 minutos me dejó casi en la puerta de la casa donde había alquilado la habitación. Serían las 9:30 cuando piqué al timbre. Eeilen que aun no me esperaba, me abrió la puerta con legañas en los ojos, me enseñó un poco la planta de abajo de la casa, dejé la mochila y me pidió que volviera más tarde, cuando tuviera lista mi habitación.

Para hacer tiempo, salí a dar una vuelta, disfruté del paisaje y de un carísimo cappuccino de 2,70€. A las doce volví a la casa ya con mi comida recién comprada en el súper. Cuando entré a mi habitación casi lloro de la emoción, en comparación con mi anterior dormitorio esto era el “palace”. La cama tenía calentador, el colchón no era de muelles, tenia dos espejos, una chimenea (que obviamente era decoración) y hasta toallas, efectivamente, Timm no me dio toallas.

Después de conocer a Igor y Sonia, dos italianos que viven allí, (por cierto me invitaron a un donut de postre) comerme tres platos de macarrones y recuperar todas las fuerzas perdidas durante la semana anterior salí a visitar la ciudad. Caminé durante horas y creo que vi 50 iglesias y calles de todo tipo, fue tan completa la tarde que incluso un perro me mordió la bamba, uno de esos pequeños, feos y rabiosos, pero no importaba porque no tenía que volver a la mierda donde vivía Timm, ni verlo a él nunca más.

A la noche llegué a la casa, que por cierto está junto al puerto, a 5 minutos del centro, (no tengo que andar mucho para visitar la ciudad) había mucho movimiento. Estaban Igor y Sonia los dos italianos que ya conocía (muy majos ellos) en la cocina, las dos hijas de Eeilen en el jardín (no recuerdo sus nombres), otra Italiana llamada Claudia que estudia allí también en el Jardín, y un chico inglés bastante raro que tampoco se como se llama, pero que les hacía compañía.

Después de cenar (una pizza) hablé un rato con una de las hijas, por lo visto quiere aprender español, así que intentñe ser ambale y darle unas clases gratuitas. Durante el intercambio de idiomas Eeilen me dijo que había lavado y tendido mi ropa sucia (se la había dado durante la tarde) y que mañana estaría lista para recogerse, sin duda la mejoría de una casa con la otra era incalculable. Además me dijo que me lavaba la ropa gratis por haberle dado “clases” a la hija, solo fue una hora, y si llega.

Antes de ir a dormir disfruté de una ducha de agua caliente que no había probado en una semana, efectivamente el calentador de Tim no funciona muy bien. Por fin iban mejorando las cosas, finalmente creo que no odiaré Irlanda.