EL día empezó tranquilo, como si la noche
anterior no hubiera pasado nada. Anna y yo nos repartimos el último bocata de
Jamón que nos quedaba de la excursión, una vez calentado en el horno estaba
delicioso (y mira que frio ya lo estaba).
Después de desayunar, Anna recibió un
mensaje de Mattia, por la noche; pizza’s party en casa de Nicola (no podíamos
faltar). Mientras limpiamos, recogemos y ayudamos un poco en la casa, la mañana
pasó volando. Michael jugaba a básquet con una improvisada canasta que habían
instalado en uno de los balcones, los chicos de Taiwán le acompañaban.
Para comer preparamos un poco de caldo
(bueno lo hizo Randy) que estuvo cocinando toda la mañana. Cambiar un poco el
menú se agradece (para no comer siempre pasta). Durante la comida nos llovió, aunque
lo único que hizo fue aumentar la humedad, porque duró 30 minutos si llega.
A la tarde, el sol se habría hueco entre
las nubes (cual soldado entre las tinieblas). Alrededor de la mesa, en el
jardín, los chicos de Taiwán, Anna , Michael y yo, nos entreteníamos con un
juego de lo más interesante. Uno de los chicos leía (de su diario) un par de
frases en chino, entonces el otro la traducía al ingles, yo lo hacía al
castellano, Anna al sueco y Michael al polaco. Fue un juego de lo más instructivo
que además de enseñarnos diferentes culturas, nos permitía conocer el punto de
vista de uno de los chicos de Taiwán.
El juego era interrumpido por Brooke (de
forma intermitente como sus apariciones). Con la llegada de Randy dejamos de
jugar, alerto de sangre en el pasillo. Brooke descubrió su procedencia, venia
de su pie, es normal se pasa el día andando descalza y últimamente no está en
su mejor momento de equilibrio (en todos los sentidos, el otro día en el río se
hizo dos cortes muy feos en la pierna. Tim fue el encargado de curarla. Como
nota, es importante destacar que no ha aprendido la atención y sigue andando
descalza.
Despu interrupción acabamos las pocas
horas de tarde hasta hablando que llego la hora de ir al súper. Anna, Timm y yo
cogimos la lista, un poco de dinero y pusimos rumbo al pueblo. és
de esta
Una vez en el súper, cuando llenamos el
carro volvimos a la casa, pero no sin antes perdernos. El camino fue de lo más
entretenido vimos un cementerio, una carretera de dudosa velocidad y nuevas
vistas. En cuanto recuperamos el rumbo y llegamos a Barga (el pueblo donde
vivimos), Timm nos enseño la casa de su madre y sus hermanos. Un hogar
acogedor, (para variar) limpio, y realmente bonito. Las vistas no eran su punto
fuerte pero no le faltaban comodidades ni humildad.
Durante el viaje de vuelta nos habló
sobre su familia, un hermano arquitecto que viaja por todo el mundo y una madre
que vino en busca de la tranquilidad que ofrece la toscana para su retiro.
Una vez en casa nos dieron las siete,
debíamos salir a las 20:00 (hora militar) para ir a cenar a casa de Nicola
(horario sueco porque cenamos a las 21:30). Después de treinta minutos de
retraso (porque Anna no decidía que ponerse), salimos con un bonito atardecer
de fondo.
Cuando llegamos, no había nadie
(obviamente), éramos los primeros. Charlamos amistosamente un rato con Nicola,
que nos saco vino. Es entonces cuando llego Prieto, un humilde caballero de 60
años que había viajado y trabajado por todo el mundo. Tenía historias muy
interesantes (que no dudo en contarnos toda la noche), era capaz de hablar seis
idiomas: inglés, italiano, sueco, francés, alemán y castellano.
La noche no esperaba y después de una
larga ademñas de abundante comida (donde todos engordamos 20 kilos), los ocho
que estábamos, reíamos y hablamos e inter cambiamos historias, pero, poco a
poco fuimos reduciendo el numero hasta quedar solo cinco.
Fue entonces cuando conocimos al Nicola
más abierto. Nos saco diferentes bebidas para probar entre ellas una que tenia
mini-mandarinas en su interior, no estaba mala pero tampoco mataba.
A las dos o tres de la mañana y después
de ganarnos un poco más la confianza de Nicola nos fuimos (uno de los gatos que
se había enamorado de mí lloró mi marcha). Seguro que nos volvemos a ver.
Al llegar hice reflexión sobre el
Bar/restaurante ilegal de Nicola, es cierto que sus pizzas son realmente
buenas, pero son solo queso, queso y más queso, (poco chorizo o jamón), bueno
también nos sorprendió con una de Nutella. Y por cierto esta vez si que pagamos
los diez euros.
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