lunes, 11 de agosto de 2014

Día 19: la despedida


Como todo libro y toda historia, la aventura de nuestros amigos Americanos tocaba su fin en la Toscana. Disfrutaban de su último día, y la mañana comenzaba divertida, Anna, Michael y Randy compartían una resaca interesante (no se porque, ya que apenas bebimos). Anna es la que peor se encontraba, Randy la que mejor (después de mi que solo tenía sueño) y Michael que además de resaca no se acordaba de nada.

Para este la historia se componía por lagunas y fotos, las de su móvil y el de Anna. Apenas recodaba su faceta cariñosa de besos y abrazos lo cual animo bastante el desayuno. Una mañana tranquila ya que estuvieron trabajando con su portátil aislados de la casa (hay cosas que no cambian nunca), los demás nos echamos unas risas a su costa.

Mientras desayunaba descubrí una postal, los chicos de Taiwán (que por cierto se habían ido dos días a visitar Florencia) habían escrito a Randy yMichael una bonita despedida agradeciéndole a uno los momentos compartidos y las risas y a ella los pasteles y la cocina (todos echaremos de menos esto último). Es increíble la diferencia de culturas (estoy seguro que son los únicos que lo hubieran hecho).

Al acabar el desayuno, Anna y Brooke se fueron al rio, esta bien para ir de vez en cuando, pero 3 veces en dos semanas es demasiado y no se parece en nada a la playa (que es mucho mejor, puestos a elegir). Antes de salir, se llevaron la lista, tenían el importante encargo de hacer la compra para la últimacena donde otra vez (por suerte) habría un pastel de pera.

Hasta la llegada del rio de Anna y Brooke la mañana transcurrió tranquila, el primero en aparecer fue Timm, que por lo visto se había ido a primera hora de la mañana. Desde mi punto de vista creo que se había ido a su casa a dormir (es su segunda noche en una tienda de campaña con Brooke). Seguidamente y con una hora de diferencia llegaron las dos chicas con la compra.

A la hora de comer y como siempre todo el mundo se desmarcó, Randy y Michael se hicieron una piza (sin avisar a nadie), así que hable con Anna y nos hicimos un poco de pasta, tiene una salsa que está buenísima, he de conseguir esa maldita receta. 

La tarde transcurrió con calma, Michael y yo jugábamos un poco a Básquet con un ocupado Timm, que entre canasta y canasta vigilaba la BBQ (solo habían 4 trozos de carne). Las dos partidas que echamos las ganó Michael (nos dejamos porque era su último día).

Mientras tanto, la cocina era un hervidero, Randy preparaba la cena, hacía pastel, cuscús, y una especie de mezclas de verduras que dudo que algún día pueda identificar, además y por suerte teníamos la carne (por desgracia y como siempre muy poca, además la hijastra de Brooke que solo comió carne acaparo como tres trozos ). Para el postre y como rival del pastel, Brooke preparó unos higos (solo pude probar un poco, no era de mis postres favoritos).

Al acabar el pastel y después de unos pocos brindis, la luna llena nos acompañaba y anticipaba lo que sería la noche siguiente. Nosotros nos reíamos y disfrutábamos, Brooke dormía sobre las piernas de Timm y los gatos comenzaban a revolucionarse, por lo visto sabían de la marcha de Randy (siempre atenta en la cocina) y volvían a marcar el territorio acechando la comida y olisqueando encima de la mesa.

Al final llego la despedida, primero a Randy (que me envió por Facebook la receta del pastel) con un abrazo, un hasta luego, un que vaya bien el viaje y finalmente un mucha suerte (despedida que después repetiría con Michael). En la adiós de este descubrimos su parte más amable con una invitación a EEUU cuando quisiéramos, yo le correspondí con lo mismo pero con Barcelona, quizás algún día y si el destino quiere nos volvamos a encontrar. 

Una vez solos (Anna y yo), me confesó que probablemente nunca más volveríamos a ver a Lorenzo por allí. La confesión de sus palabras me impacto, otra despedida más para un día muy corto.

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