La mañana comenzaba soleada, una novedad, buen tiempo en Escocia. Desayunábamos
mientras disfrutábamos de la tranquilidad de un buen apartamento en una zona
más o menos céntrica. El desayuno se componía por los típicos ingredientes,
leche con cereales (fría porque el microondas era "complicado"),
tostadas y mantequilla. Después las respectivas duchas y incontables peleas
para lograr que un calentador de procedencia británica funcionara al gusto (son
diferentes hasta con las duchas). El último en ducharse fue Javi que se recrea
y se vuelve a recrear, al terminar su ducha, nos sorprendió a todos con una
piscina privada en el cuarto de baño.
A las 9:30 salimos dirección al free tour por Edimburgo, duró dos horas y
media, (valió la pena). Nuestro guía Marcos hizo (hizo un buen trabajo), nos
explicó un gran numero de anécdotas e historias relacionadas con la capital de
escocia. Historias de cementerios, de personajes emblemáticos que han marcado
un antes y un después en Edimburgo, perros fieles que hacen compañía a su dueño
hasta en la tumba, o historias de castillos y nombres de pubs, realmente
recomendable y muy interesante. Durante un intermedio de diez minutos (para
descansar de tanto paseo y explicación) salí en busca y captura de un café,
tuve ocasión de conocer a una dependienta italiana llamada Martina, (muy
maja) creo que me sirvió el expreso para llevar mas caro y mas malo que
he probado nunca. Al reunirme con el grupo y descubrir que Javi se había ido
(por lo visto no le gusto el guía o su explicación, muy raro todo). Después de
descubrir su marcha pasamos a otros temas de vital importancia "que
pagarle al guía", al ser un free tour se paga la voluntad, Cristian y
Alberto querían pagar 10 pouns, Marc y yo 2. Esto inició otra discusión, como
no querían pagar "tan poco", preferían entregar el dinero por su
cuenta (ellos dos juntos) dejándonos de lado, por lo visto les interesaba
quedar bien con el chico. Después de un largo rato de debate (para variar),
subimos un poco nuestro pago y aceptaron (haciéndonos un favor) entregar el
dinero juntos. Marc y yo tuvimos que ir a buscar cambio y si, fuimos a la amiga
italiana, aunque antes probamos en otra tienda que nos obligaban a comprar.
Cuando acabamos la visita guiada con una ventolera que congelaría a
cualquiera, volvimos a la casa, preparé un poco de arroz con huevos fritos y
tomate, aunque este último llegó muy apurado para los cinco (Marc apenas pudo
cubrir 4 o 5 granos de arroz). A la hora de hacerse (cada uno) los huevos se
inició una nueva discusión, por lo visto la manera que Marc tenía de hacerse
los huevos no le gusto a Cristian el que de una manera un tanto hostil y con un
par de gritos le enseño como se hacían (Marc huyó despavorido sin acabar de
hacerse el huevo). El siguiente turno fue para Alberto, con miedo y cautela se
acercó a la sartén golpeo el huevo contra el canto, manchado por medio huevo de
Marc, y al tercer golpe lo lanzo (porque lo hacía todo a distancia) a la
sartén. Entre los residuos del huevo de Marc, el miedo al aceite y los cara de
susto, Cristian se levantó para hacerle un huevo y nuevamente con un tono
hostil le dijo como debía hacerlo.
Durante la comida, la conversación cedió paso a la discusión (nuevamente),
esta vez hablaban sobre la pobreza en España y las oportunidades aprovechadas o
desaprovechadas, una conversación interesante si se hubieran respetado las
diferentes opiniones y no se hubiera elevado el tono. Con el último grano de
arroz decidí salir a tomar un café Marc y Javi vinieron conmigo, el resto se
quedó echando la siesta. Fuimos a la cafetería de la chica italiana, que nos
quedaba a 5 minutos del apartamento, muy maja ella nos indicó que Pubs son los
mejores o mas económicos (tristemente todos son carísimos). Al acabar el café
fuimos a hacer una visita al museo natural, disfrutamos de animales disecados,
aviones, coches y la famosa y carismática oveja Dolly. Marc se fue antes tenía
que ir a Celtic Park a ver el partido, Javi y yo nos quedamos en el museo hasta
que cerro.
A las 17 el museo cerro y nos echaron, decidimos ir a dar una vuelta
por la ciudad y explorar, visitamos nuevamente los puntos del tour y
disfrutamos de una visión diferente además de hacer más fotos. Después nos
pateamos todo Edimburgo y acabamos en un pub simplemente increíble "the
world's end". Se llamaba así porque simbolizaba el final de la ciudad,
lugar donde acababa el mundo para los ciudadanos de otra época que nunca antes
habían traspasado las fronteras. Después de bebernos una pinta y localizar una copistería
fuimos a casa para cenar, por el camino hicimos una foto a una maravillosa
puesta de sol.
Para cenar unas patatas fritas y unos huevos estrellados, cuando acabamos el
plato salimos a buscar bares donde poder echar unas pintas. No fuimos muy
lejos, todos los pubs de la zona son de lo mas "cool" lo que es sinónimo
de caro. Con nuestra tercera pinta, en el tercer pub cerramos el chiringuito y
nos fuimos a dormir, fue un día de lo más productivo.
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