Como es habitual me despertaba a las 7:00
y para no variar mucho mi rutina, seguía en una pocilga de casa. Ya hacía unos
cuantos días que no dormía en un habitación decente como la de Cork.
Después de desayunar unas tostadas, esta
vez con atún y mi huevo duro, el último de los dos que había, volví a dejar la
caja en la nevera, más que nada porque junto a mi huevo encontré las cascaras
de otros dos, probablemente convivían desde hace mucho tiempo y claro yo no se
hasta que punto la mujer conserva los residuos orgánicos pero con tal de no
tocar demasiado las cosas que no son mías, lo dejé todo en su sitio (cascaras y
caja de huevo en la nevera por si acaso).
Con el estomago “lleno” y el “calor” de
una buena ducha me disponía a salir a la calle cuando me crucé con Deirdre, la
anfitriona, por lo visto salía de la ducha y solo llevaba un albornoz, una
imagen que tardaré años en borrar. Se empeño en darme conversación, según he
escuchado algo típico de los Irlandeses, hablan hasta debajo de las piedras. En
este intercambio de opiniones le hablé sobre mi marcha, sería al día siguiente,
muy temprano, ella muy amable y recordar, vistiendo solo un albornoz, con un
secador en la mano, me recomendó la ruta del tranvía para ir a la estación de
Heuston, sin duda la más rápida, obviamente le hice caso, pero ya os lo contaré
en su momento.
Volviendo al tema, salí a la calle
dirección al centro. Debido al alto precio de los buses y el detalle de que no
te dan cambio decidí ir andando. Por el camino me iba cruzando con calles de
todo tipo, en unas habían viviendas que daban pena y miedo a la vez, aunque en
la acera de enfrente probablemente podrías encontrar tu casa de ensueño a un mas
que seguro reducido coste. El barrio era raro de cojones y bastante malo, de
hecho solo salir de la casa me crucé con un transeúnte tirado en el suelo, se
había quedado dormido mientras se liaba un “cigarro”.
Tras mucho caminar, mas o menos treinta
minutos, y llegar sano y salvo al centro encontré el punto de partida para el
tour. Nuestro guía se llamaba Juan, un gallego con mucha chispa. La verdad es
que estuvimos tres horas caminando por Dublín, el grupo era grande, pero
consiguió que durante esas horas nos juntáramos como si nos conociéramos de
hace días, escucháramos y participáramos con libertad, cual clase. Imagínate si
se lo curraba que por cada respuesta buena, o graciosa nos daba un chupa-chups,
no hace falta decir que me llevé uno.
Al acabar la visita guiada y en parte
gracias a Juan, le cogí un poco de cariño a Dublín, incluso a pesar de no haber
comido por la larga visita, me quedé unas horas a dar vueltas, también porque
quería hacer tiempo para ver si llegaba a la puerta de la biblioteca de la
universidad Trinity diez minutos antes de que cerraran y me dejaban entrar
gratis.
Mientras esperaba decidí hacer una visita
a una de las más importante bibliotecas de Dublín, aunque sobretodo fui por su
cafetería. Según Juan (el guía) tienen uno de los mejores cafés de Dublín, o
por lo menos huele como tal, cuando llegué y vi el precio me fui a ver la
biblioteca, 2,70 el expreso. Por el precio ya puede ser bueno.
Después de mi visita a la biblioteca fui
a colarme a la universidad Trinity, en su biblioteca, no tuve mucha suerte, me
pilló la cajera y no me extraña, pasar por su lado sin que se de cuenta es
complicado. Solo conseguí 10 euros de descuento, pero obviamente no acepte
pagar por 10 minutos de visita para ver un pasillo (que es lo que es) y me fui.
Durante mi vuelta a casa paseé por otro
de los parques más importantes de Dubín, la verdad que era bonito y después con
la calma busqué un bar donde ver el Barça, por desgracia fracasé en el intento,
al menos en las pocas zonas que encontré Wi-fi podía ir leyendo el resumen. Por
lo visto fue un partidazo en el que Neymar metió los dos goles de la victoria
contra el Atlethic.
Al llegar a casa eran las 8, justo a
tiempo, empezaba a anochecer y era mi último día allí, no tenía ganas de vivir
otra mala experiencia en Irlanda. El dilema que tenía que resolver para el día
siguiente, era si irme a una excursión en Howth, un pueblo de pescadores cerca
de la cosa o marcharme a Galway donde me esperaban nuevas y no menos
interesantes aventuras.
Finalmente mi camino me llevó a Galway
sin pasar por la casilla de salida, era lo más fácil y tenía ganas de llegar a
un sitio donde tuviera una cama por varios días, algo de lo que me arrepentiría
nuevamente.
En mi búsqueda de Buses dirección a mi
nuevo destino tuve problemas nuevamente, en la web me dejaban comprar el ticket
de bus pero no podía escoger hora, es decir podía ir con el Bus a la hora que
me diera la gana, aquí tonto el último, esto es lo que muchos llaman lógica
irlandesa.
Con dolor de cabeza por intentar entender
algo incomprensible, decidí irme a dormir, mañana me presentaría en la estación
y que fuera lo que dios quiera.
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