jueves, 18 de septiembre de 2014

Día 14: La comuna, el primer día

Último día en Dúblin, o mejor dicho últimas horas, mi próximo destino era Galway, pero antes debía coger un bus que me llevara y como siempre en este viaje no sería fácil.

Me despertaba a las 6:30, mi bus salía a las 8:30, quería tener suficiente tiempo como para desayunar, ducharme y perderme, si es que era necesario. Mi desayuno no fue gran cosa, un vaso de leche y una poco de pan con atún, los huevos se habían acabado, solo quedaban dos cascaras aunque la caja seguía allí, en la nevera. Después de desayunar y “disfrutar” de la ducha, cogí la maleta y cuando me disponía a salir recordé la alarma. Para salir de la casa se debe introducir un código y después cerrar la puerta con llave, obviamente tuve que llamar al móvil de la anfitriona. Bajo con una camiseta larga de mini que apenas le cubría, nuevamente un recuerdo desagradable, me ayudó con la contraseña y me fui.

Por fin podía abandonar esa casa llena de suciedad. Mi próximo destino era la estación de buses para la que Deirdre me había dicho como llegar. Cogí el tranvía siguiendo las indicaciones y en dos pardas ya había llegado, cuando estaba en la puerta le pregunte a un policía que me indicó que para coger los buses debía salir de la estación y dirigirme a los taxis, al principio supuse que no me  había entendido bien y pregunte a un hombre que hacía cola para comprar tickets, este me dijo que podía comprar tickets de bus para Galway en la cola del tren, error. Cuando llegué a la taquilla el operario me dijo que ahí solo salían trenes que si quería coger un bus debía ir a otra estación.

Tuve que coger un taxi para llegar a la estación de buses a tiempo. Ahora os preguntareis, porque no fuiste en tren, pues bien había quedado con Glenda, la mujer que me esperaba en Galway en la estación de buses, así que era lo más sencillo. El viaje en taxi fue largo, 10 minutos como mínimo, el conductor era majo y daba conversación para las horas que eran, la broma me costo 12€, se lo di justo por si no tenía cambio.

Una vez en el bus, comenzó mi nuevo viaje, Galway esperaba. Cuando llegué, y para mi sorpresa, resulta que también llegaban los trenes. Glenda no estaba en la estación y por más que la llamaba solo contestaba a los mensajes, comienza a resultarme cansino que todos hagan lo mismo. Cuando por fin apareció 10 minutos tarde, lo hizo con su hijo y una americana llamada Marilyn, por lo visto habíamos compartido bus.

Cuando llegamos al coche, un Nissan pequeñito, y vimos el maletero, ambos teníamos dos maletones, descubrimos que faltaba espacio y por mucho tetris era imposible meter las dos maletas allí dentro. Ella dejó la suya en el maletero y yo llevé la mía en el asiento de atrás, entre el hijo de Glenda y yo, por cierto creo que se llama Sir Artur, no estoy muy seguro, pero tiene seis años y es rubio, con pelo largo y de raíces suecas, aunque creo que no habla sueco.

Después de explicarnos las tareas en las que tendríamos que ayudar, pintar, limpiar, recoger, ordenar, básicamente de todo y hablar un poco en el coche, llegamos. El camino fueron al menos 15 minutos en coche, espero que no me haga ir andando a Galway porque cojo el primer avión a Barcelona.

Al llegar a la casa, todo era enorme, allí nos esperaban dos chicas Anna y Sarah, de procedencia alemana, los nombres tardé un día y medio en entenderlos. Cuando nos presentamos, nos enseñaron las tierras. Era enorme, además tenían caballos, gallinas, 20 gatos, cinco de ellos cachorros y un perro. También tenían un granero, dos casas, un garaje, una caravana y una especie de casa en proceso de construcción.

Por lo visto se dedican a meditar, son algo así como hippys. A las 13:00 más o menos, pudimos comer un poco de arroz, cuscús y patatas, en Irlanda tienen una obsesión con ellas, pero estaba todo muy bueno.

Después de comer puede conocer a una mujer que a día de hoy no se como se llama pero está casada con un tal Shivan. Este último lo conocí porque solo acabar la digestión nos llamó para que le ayudáramos a vaciar un camión. La tarea parecía fácil pero no lo era. El camión tenía como 20 maderas, una lavadora, colchones, herramientas de todo tipo, además de un sin fin de comida y mierdas varias. Estuvimos 3 horas para vaciarlo entre 5.

Cuando acabamos, nos pegamos una ducha, y cenamos un poco de verduras, aquí son vegetarianos, menudo verano llevo… Después de cenar el salteado de verduras nos fuimos a dormir.

Mi dormitorio consistía básicamente en un altillo, o unas golfas, con un colchón o mejor dicho esponja, tirado en el suelo y unas mantas y sabanas, al menos tenía almohada.



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