sábado, 20 de septiembre de 2014

Día 17: "visita" a Galway

El día de hoy tenía un solo objetivo, visitar Galway, la última ciudad, para mí, mas importante de la república de Irlanda que me quedad por ver. A las 10:30 bajamos dirección al bus, las chicas de Alemania, la americana y yo. La parada estaba en medio de la carretera y no había nada que señalizara, pero sabíamos que era ahí porque Glenda nos lo había dicho.

Después de mucho esperar el bus no aparecía, en teoría debía llegar a las 10:50 pero seguramente iba con retraso, así que Sarah y Anna decidieron ir a hacer auto stop. Tanto yo como la americana decidimos que no era una buena idea y esperamos al bus que no tardó mucho más en llegar. Mientras esperábamos podíamos ver a las dos chicas alejarse con el pulgar alzado.

Una vez en Galway, y después de disfrutar del Wi-fi del autocar, funciona mejor que en todas las casas que he estado, llegamos a Galway. Allí nos esperaban las dos chicas de procedencia germana, por lo visto habían disfrutado de una gran experiencia.

Nuestra primera parada fue el punto de información turístico, nos informaron de que ver, como verlo y que hacer. Por lo visto fuentes de primer nivel me han dicho que Galway es una de las ciudades más bonitas de Irlanda. Cuando salimos de allí andamos un poco y llegamos a la calle principal, nuestra primera para fue una tienda de libros. En un principio no le di importancia.

En esta visita que alimentaba nuestro intelecto, Sarah y Anna deambulaban por la librería sin rumbo, al igual que la americana. En ocasiones se detenían en u punto y ojeaban algún libro, cuando llevábamos una hora comenzaba a estar bastante cansado, tenía ganas de echar fotos y ver la ciudad, fue entonces cuando se decidieron a salir, no sin antes preguntarle a una mujer como ir a un punto que querían visitar, en breves os lo cuento, así le damos un poco de misterio a la historia.

Saliendo de la librería caminamos calle abajo entre la multitud tiendas de cosas brillantes y bonitas a izquierda y derecha, como no una de estas llamo la atención de Sarah que muy persuasiva dijo: -ey quiero ver que hay aquí para saber si es más barato que en Alemania-. Bien estuvimos otra hora mirando joyas absurdas. La siguiente visita, no se porque fue una tienda de instrumentos con banjos, ukeleles y guitarras de lo más interesante.

Después de salir de la maravillosa tienda caminamos un poco más, parecían decididas a visitar la ciudad, y después de callejear, caminar alrededor de algunas iglesias, que ni se pararon a mirar, llegamos al punto de interés por el que habían preguntado, una librería inmensa de segunda mano. Estuvimos como 3 horas, acabé desesperado no, lo siguiente, eso si que es hacer turismo.

Cuando consiguieron salir de esa tienda, lo digo así para hablar bien, caminamos un poco y fuimos a comer. Querían hacerlo en el mismísimo centro donde una Coca-Cola te cuesta 3 euros, por suerte las logré llevármelas a otro punto de la ciudad, lo gracioso es que Marilyn no decía nada, y ya había estado en la ciudad. Acabamos comiendo en un bar-restaurante unos bocadillos que no estaban mal. Por lo visto era el mes del hot dog y al salir por 2€ me compré uno, he de decir que estaba bueno, un buen más para ir.

Nuestra siguiente “parada” si que fue un poco más turística, andamos un poco por el puerto, yo comenté de ir al museo de arte, pero se negaron. Después de un rato de camino llegamos a lo que sería una especie de costa, o playa. En el fondo podíamos ver un faro. Reconocimos la zona un poco más y descubrimos una pasarela o puente que se alzaba por encima del agua, era un bonito sitio para disfrutar, hacer fotos y en el caso de las tres chicas, hacerse selfies.

Después de un rato tuvimos que volver, porque Marilyn tenía que recoger su ordenador de una tienda en el centro. Una de  nuestras últimas paradas antes de volver a la casa fue un pub donde tocaban música irlandesa en directo, al menos pude disfrutar de una buena Guinness, fue lo mejor de la visita.

Cuando nos íbamos a volver a la estación descubrimos que el bus tardaría una hora más en llegar así que paseamos, vimos un mago en medio de la calle, cual ramblas, y después nos fuimos a un riachuelo lleno de mosquitos para sentarnos y esperar, insistí en marcharnos de allí, pero creo que adoran los mosquitos. Un detalle interesante que había pasado por alto es que Anna estuvo buscando sellos todo el día para enviar postales y Sarah que habla un poco de español estuvo sin mala fe, preguntándome cosas para que le enseñara, obviamente no me molestaba y la ayude con el idioma, al menos me entretenía.

Al llegar al bus el viaje se hizo largo, 30 minutos mas o menos, nos dejó en un bar, por lo visto esa era la parada más cercana, tuvimos que andar otros 30 minutos hasta llegar a la puerta de casa entre la oscuridad, por un lado de la carretera, solo la linterna del móvil iluminaba nuestro camino. No se donde esta esa hospitalidad Irlandesa, pero no hay manera de que nos lleven o traigan en coche.

Casi en la puerta, salió a buscarnos uno de los hijos del matrimonio que decía habernos visto por el camino y pensó que probablemente necesitaríamos ayuda, acertó. En cuanto llegué a la casa, mi siguiente paso fue irme a dormir no sin antes cenar los rellitos de verdura del día anterior, fui el único que cenó (también fue mi desayuno). Puedo decir que ese día aprendí y descubrí otra manera de hacer tursimo.

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