martes, 2 de septiembre de 2014

Día 7: El último cementerio

Como todas las mañanas en el apartamento, desayunamos leche con cereales y tostadas, después de pegarnos una ducha, yo salí en busca de mi copistería para reunirme con el grupo en el "grass Market" a las 10:00. El sol acompañaba y hacía más llevadera la mañana, cuando llegué a la copistería disfrutando del calorcito (que rara vez se presentaba) conseguí imprimir mi billete de vuelta, no me acababa de fiar demasiado de la tarjeta de embarque con el móvil, (es ryanair, nunca se sabe).

Una vez en el punto de encuentro, comenzó nuestro paseo por la ciudad entre visitáis históricas y búsqueda de suvenires. Marc tenía que comprar mil cosas para familiares y amigos, yo lo acompañé para que no se sintiera solo y porque al chico.... bueno, le cuesta. No sabía que ni donde comprar esto alargó la visita y el paseo. 

A parte de tiendas de suvenires, visitamos monumentos como el de Calton Hill, o el cementerio de Old Calton, personalmente prefiero el de Greyfiards, será por la historia de Bobby el perro. Después visitamos el museo de arte nacional, (muy interesante y educativo). En este punto del viaje, nos volvieron a abandonar a Javi y a mi, a pesar de enviar un sms preguntando donde estaban no obtuve respuesta. Nos fuimos tranquilamente a hacia nuestro lujoso apartamento. 

Una vez en nuestro pequeño palacete comentamos la anécdota de nuestro abandono (sin avisos) entre risas, tampoco supone un verdadero problema (no es la primera vez que pasa). Para comer hicimos unos raviolis, Alberto conocido como el obeso, comió por 7, Javi se alimentó de arroz del día anterior. No recuerdo el tema pero hubo otra discusión durante la comida. Después de comer y al saber que todos se echarían una siesta, yo decidí ir a por un cappuccino para llevar y dar una vuelta por los alrededores, fue muy productivo el paseo.

Al volver al apartamento todos estaban listos para salir otra vez, así que sin dar muchas vueltas cogí un par de cosas y me fui con ellos para rehacer el camino andado. Después de mucho caminar se nos hizo tarde, así que buscamos un restaurante lejos del centro para comer un buen fish & chips sin que nos robaran, lo encontramos por 10£ solo puedo decir que valió la pena. 

Con la cena recién ingerida salí corriendo al apartamento para cambiarme de ropa, el frío apretaba y en 20 minutos teníamos el último tour. Comenzaba a hacerse de noche, las escaleras de entrada que dan bastante pena, además de dar asco, ponían los pelos de punta, el apartamento solitario y oscuro no se quedaba atrás, en cuanto me cambié salí lo más deprisa que pude dirección al punto de encuentro (llegaba muy justo). 

Una vez en la catedral y después de llamar a Javi, los localicé, no era el último, estábamos esperando a una pareja, cuando llegaron comenzamos la visita. La guía de procedencia italiana Marcela, nos contó historias de todo tipo, desde fantasmas en el castillo sobre niños decapitados, hasta puentes malditos o escritores estudiosos de lo paranormal. Fue muy nutritiva e interesante, aunque para mi gusto no se centró demasiado en misterios y si en historia. La ruta fue acompañada con diapositivas que podíamos ver gracias a un proyector portátil (muy moderno todo), pasamos por algunos closers, que son callejones, también el cementerio y la colina que habíamos visitado la mañana anterior, localizaciones de la película transpotting y para finalizar algún hotel con historia. Además nos enteramos de una curiosa anécdota, un hotel o casa con vistas a un cementerio se paga mucho más cara, debe ser como en Bcn un apartamento/casa en primera línea de playa.

Al acabar la visita, lo hicimos en una zona de fiesta, el grupo se disolvió, es una pena porque había especímenes dignos de estudio. Al llegar a la casa el cansancio y la vagancia apretaban. El plan inicial era ir a tomar pintas (en algún sitio cercano y barato), tras mucho remolonear y después de que Marc se pusiera sus pantalones rojos y se disfrazara de las juventudes peperas salimos, la indumentaria de Javi también es digna de mención, vestía una camisa remangada (aunque hiciera frío y aire). 

El bar era una recomendación, estaba muy bien, decoración moderna, grande y no demasiado caro si escogías la cerveza correcta. Mientras disfrutábamos de nuestra pinta, la conversación fue remplazada por un programa que emitía goles del Barça, cuando Cristian acabo su cerveza se levantó para verlos, a él lo acompañaron Marc (que no bebía nada porque estaba malito) y Alberto, Javi y yo esperamos en la mesa hasta acabar nuestras respectivas birras. El paseo hasta el apartamento fue nuestra última acción del día hasta disfrutar de nuestro último sueño en Edimburgo.

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