Como todos los días, la mañana amanecía
fría. Una triste manta con un poco de relleno de algodón y otra descolorida
sabana me alejaban del frío que me esperaba fuera de la cama. Eran las 8:30 y
el sol atravesaba unas desgatadas cortinas castigadas por el tiempo. Era
domingo, en teoría mi último día en casa de Timm, la magnifica pocilga con 4
habitaciones, un comedor, una cocina y un
hedor a tierra húmeda que hacía mi estancia allí un poco más
insoportable.
No eran ni las cuando 9 cuando decidí
enfrentarme a la realidad y salir de la habitación. Lo primero que hice fue
prepararme un suculento bol de cereales para desayunar, era mi penúltimo
desayuno allí y tenía que gastar más de media caja en dos días. No había
terminado aun cuando Timm entro por la cocina con su chándal, si se iba a la
piscina. No me ofreció ir, pero al menos se dignó a decirme lo que iba a hacer,
era la primera vez, en mi maleta aun descansa un bañador que he paseado en
balde.
El anfitrión, se fue con el coche y no
apareció en toda la mañana, yo acabé de desayunar, busqué alojamiento para mi
fuga a Cork y poco más. Cansado de estar en la cocina decidí irme a mi
habitación. Al cabo de unas horas sobre las 12 pude escuchar como la hija de
Timm caminaba por el pasillo y se iba en coche, no se ha donde, pero tampoco me
importa no la volveré a ver nunca más.
Tocaban las 13:00 y Timm no aparecía, no
llegó hasta y media. Por lo visto ese día como era domingo y yo no había
aportado mi “granito” de trabajo, no me tocaba comer. No se dignó a hacer la
comida. A las 14:30 me dijo con un bocadillo en la mano, que si tenía hambre
podía hacerme, al igual que él, un bocadillo de jamón en dulce con queso. Y
tanto que me lo hice, le gasté todo el pan y el embutido que dejó a mi
disposición. Mientras “disfrutaba” de mi sándwich pasó por la cocina con su
habitual caminar y sonrisa, fue entonces cuando hizo la gracia preguntándome si
todo estaba “ok”. Mi respuesta sin mirarle fue si, si…todo “ok”.
La tarde paso lenta, yo en la habitación
y el por ahí, en Facebook, viendo la tele y escuchando la radio y tomando el
sol (todo a la vez). Cuando decidí salir
de la habitación y volver a la cocina me pegué otra vez un maldito susto con la
radio. Tiene la manía de poner su Cd para meditar donde solo se escuchan ommss,
lo más irónico es que la tele también esta encendida así que no se como escucha
los oms desde el jardín, lo mejor del asunto es que no había nadie…. Me lo
encontré en la tomando el sol, y he de decir que no fue muy agradable. Ver a un
tío de 60 años (que solo come ensalada) tomando el sol sin camiseta y
paseándose con toda naturalidad (como si estuviera solo) no es una imagen para
recordar.
Después de vivir esta experiencia no me
dejé caer por la cocina hasta la noche, teniendo la esperanza de que se vistiera.
Serían las 19 cuando asomé la cabeza por allí, nuevamente tenía la tele
encendida, daban twister. Yo básicamente deambulaba a ver si reaccionaba y
hacía la cena.
Tras un rato largo reaccionó, y se puso a
trabajar, descubrí que guarda una nevera en el garaje, siempre tiene la puerta
cerrada, pero pudé escuchar como cerraba la puerta de un frigorífico. Esa noche
cenamos ensalada y un trozo de pescado, no me he pesado pero estoy seguro de
que en 7 días he perdido 20 kilos.
Durante la cena, decidí comer sin apneas
mirarle a la cara. No se porque pero en esta ocasión me habló. Básicamente me
preguntó de que equipo era y comento cuatro cosas sobre Luís Suárez para
después callarse. Lo gracioso del asunto es que esperó hasta el último día para
preguntarme de que equipo era, cuando había paseado con la chaqueta y camiseta
del Barça toda la semana.
Al caer la noche ultimé preparativos para
el viaje y tomé el último vaso de agua, definitivamente esa agua sabía a
tierra. Me pegué otro susto, con la maldita radio y los oms de turno yo creo
que lo hace a posta enciende la radio y se va.
Después de mi micro infarto decidí que
era hora de irse a dormir, a las 5 tenía que estar en pie.
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