viernes, 12 de septiembre de 2014

Día 9: último día en Cork


La noche había sido sin duda una de las mejores, después de una semana había conseguido descansar. Salía de mi cómoda cama a eso de las 9-9:30. En la habitación, no hacía frío, aunque tampoco en el resto de la casa eso sin duda sumaba muchos puntos y mejoraba de lejos lo que había sido una semana que del uno al cinco, apenas llegaba al 3,5.

Mi alojamiento en una casa que desde luego estaba muy bien disponía de desayuno. No era gran cosa, un poco de mermelada, pan tostado, leche y zumo, bueno estaba bastante bien la verdad, al menos tenía donde escoger.

Cuando acababa de desayunar llegó Eeilin, estuvimos hablando un buen rato, incluso me invitó a un café. Creo que en dos días he hablado más con ella que en una semana con el ermitaño Timm, claro que tampoco es muy difícil.

Mi mañana consistió básicamente en preparar mi viaje para el miércoles y  los próximos días, no quería acabar durmiendo en un cajero, aunque ya había dormido en casa de Timm y eso no era muy diferente.

En cuanto tuve atada la primera noche en el hostal, me puse a trabajar en el viaje en bus, al no encontrar por ningún lado los horarios en bus hacia Dublín no me toco más remedio que ir a hacer una visita a la estación de bus. La chica muy maja me explicó todo lo que tenía que saber sobre buses habidos y por haber. Después, me di una vuelta y otra vez para la casa a comer.

Al acabar mi comida, 4 suculentos trozos de carne decidí coger un bus turistic de esos que odio tanto. Me dio una vuelta inmensa a la ciudad, por desgracia la había hecho el día anterior, al menos esta vez no me cansé. Cuando acabé mi visita guiada y después de un café, volví a la casa.

Una vez allí pude hablar un poquito con la hija mayor, es bastante rancia. Cuando acabamos nuestra rapidísima conversación se fue (a la calle) y me puse a preparar la cena. Al rato largo llegó la madre intercambiamos opiniones sobre nada, así que me puse a cenar. Cuando devoré mis macarrones acabé de finiquitar cabos sueltos y hacerme la maleta.

Durante la noche, aunque creo que fue antes de cenar coincidí con el chico rubio, el ingles o irlandés. Definitivamente no habla, o al menos conmigo, recuerdo que me lo cruce por la calle, en la misma acera, durante la mañana y ni saludó, esa simpatía Irlandesa de la que tanto se habla se está quedando en nada. Volviendo a la noche, después de cenar estuve cerrando todo lo del miércoles, Claudia la italiana hablaba con su novio por tablet. Se debía pensar que no la entendía porque despotricó sobre la familia e Irlanda que se quedó a gusto.

A las 23 y con todo cerrado llegó la familia al completo, la madre pasó al comedor a saludar, y ha decir cuatro o tonterías al novio de la italiana por la Tablet. Inmediatamente después, Claudia se fue a dormir y me quedé solo. Cuando contrate mi excursión del inserso para visitar unos lagos, mi noche también había acabado.

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